7 nov 2012

polcan

Que lindo es al ver unos policías riendo amigablemente, con sonrisas bondadosas, acercarme y decirles "¿fumamos un porrito?" y entre cha-que-cha-charara dejan las armas en la comisaria y se van a tomar mates al Suquia, en una tarde que amaga la lluvia. Después con la mochila calzada se van a Jujuy y conocen la vida del chaman, abrigados en la corniza cosmica por el cactus de los cuatro vientos.
A los años se recordaran como aquellos policías de la ley, sonreirán y veran que el pasado solo es una linea que ya no es, que la desobediencia civil de Thoreau tiene presente.
Lastima que acá, sus armas abandonadas no juntaron tierra ni se hicieron polvo, se multiplicaron, y salieron nuevos efectivos para no perder tiempo, al grito de que "la inseguridad se cura con cancer". Y para hacerle frente al cancer el arma esta en la sonrisa.

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