26 jul 2011

Fiesta de muchas


Cada vez que lloro quedo seco por dentro, en el cielo, siempre haciéndome las mismas estupidas preguntas. Todo comienza con preguntas, sino la vida misma cedería todo sentido a la merced del primer neandertal.
Con los ojos rojos miro el espejo, blanco, con rebordes artísticos de primera mano. Suena Radiohead. Mas perdido que nunca me decido a salir del baño, sin no antes esnifar mi botella con popper.
De un lado juegan truco, partido aburrido, empatado, mucho olor a cerveza barata en vasos de cristal de una pieza. Las chicas charlan, no paran ni un segundo. Parecen estar sumergidas en una burbuja de confesiones con letras multicolor, inentendibles, a excepcion de los gritos que sobre-salen de algunas chamacas. Podriamos hacer una letra para Miranda de lo que sale allí.
Me siento en el sofá solitario, observo el televisor que muestra las canciones y pienso:
-Mi vaso vacio, sucede seguido.
Llega un whisky con una amiga, el whisky me la presenta como si no la conociese. Se sienta a mi lado y hablamos de la noche que depara, aunque sin muchas ganas, solo deseamos reír del momento esperando que alguien nos diga vamos, e iremos, sin mucho sentido por lo que quede de nosotros o del resto. Aunque tal vez todo termine en sexo.
Vamos a fumar un porro por ahí afuera–dije.
Compenetrados en nuestras miradas seguíamos moviendo los labios con risas que desdibujaban el humo. Hablamos de las cosas que nos importan y que solo trata de nosotros. Disfrutamos el momento, saltamos, bailamos, volamos, volvimos (adentro). Calor, mi amiga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario