20 jul 2011

Relatos de Ajedrez -bis-

Íbamos a jugar unas partidas de ajedrez con algunos viejos sabelotodo, conocedores de bromas en insultos, con la brea del asfalto
tatuada sobre sus antebrazos. Vino con soda y gancia con limón.
Antes de ingresar a la sala callejera, nos desviamos hacia una cocina para comer unas empanadas, insertar comida en el estomago para que no
moleste mas tarde, luego de horas en cervezas baratas y whisky. Tambaleos constantes entre los faroles que parecían avispas mutantes.
Luego de pedirlas vi que mi billetera tenia un dinero que no veía, mi amigo a paso lento recitando palabras que no entendía se alejaba hacia lo que
supuse, su casa.
La paciencia rápido se esfumo, entre las empanadas del cocinero que revoleaba su cuchillo exigiendo el dinero, y yo actuaba borracho contestando:
-Si si, voooo ve cambio vieene ahii
Mientras recitaba mi elegible conversación me fui alejando, tal cual mi amigo, pero del cocinero con su cuchillo filoso y ahora en la otra las empanadas
humeantes, seguramente poco sabrosas.
Las zapatillas resbalaban sobre un suelo algo húmedo, una garúa constante que no frenaba de hacia 5 días, con mi mareo que al menos me mantenía en pie.
Mientras caminaba por la vereda levantaba la vista en búsqueda de mi amigo, in-encontrable y difuso, hasta que del otro lado lo veo ingresando a su casa, 
tambaleando aun mas que yo. Rápidamente fui hacia allí, luego de un trecho que seguía mojado y la garúa en la cara que no te moja, solo molesta en los ojos.
Luego de ingresar al edificio, subir por las escaleras escuchando ruido a guitarras desafinadas en eco, esquivando charcos de vomito pequeño, aunque agradándose a
medida que mas me acerco a su departamento. Las ultimas ya cambia de color, con menos contenido sólido, un café claro. <>
Su puerta estaba entre abierta, en la pared del frente ya el color de las manchas eran rojo, sangre cuajada con las manos salpicando el techo y los costados de la puerta.
Parecía un poco sutil asesinato que no tardaría en ser descubierto.
Cuando entro el estaba allí, mirando el piso, descosiendo su bufanda, preguntando <<¿Donde estabas? ¿Como llegaste?>>
- Seguí tu vomito-dije
- Espero seas el único
- Tal vez uno o dos canas, nada de que preocuparse.
Reímos.
Al DIA siguiente luego de un dia somnoliento con muchas horas de sueño, entre discos de Spinetta y Hendrix, continuamos la noche bebiendo licores
baratos, sin comer, hasta desvanecernos sobre el suelo trágico, fuerte, atrayente, somnoliento, cuadrado, como casilla de ajedrez.

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