28 nov 2009

Casa

Y mientras caminaba por la calle veía cosas que ni en su imaginación había proyectado, luces parpadeaban en ritmos exquisitos, los colores magnificaban su presencia. Casa estaba a eternos senderos, que lucían su desconcierto. El destino preparaba otro camino, uno mas cerca, como ecos, cortos beats.
Inquieto fue el momento en que su nueva realidad apareció, donde un lugar desconocido broto del suelo. La pantalla, su monitor de vivencias, parecía estallar de emoción, de satisfacción, de deseo por ver lo que mas allá aguardaba.
Las calles eran autopistas, de inmenso peligro, donde viajaban miles de cubos tridimensionales a velocidades espasmosas, dibujando en su camino largos trazos de tinta con dibujos de Jean Miro, con sonidos de espectáculo cuan maravilloso!
Pero cuando todo callo, sus lamentos y lagrimas florecieron, como un conjunto de alegrías fusionadas por pequeñas telas lumínicas. Ya nada importaba, solo el momento. Sus venas palpitaban sonidos, sus manos acariciaban el suave y esponjoso césped húmedo. El agua era mucho mas que agua, era vida.
Su respiración bajo, el amanecer creció y empezó a contarle secretos, secretos que solo quedarían entre ellos. Un leve cántico de sirenas lo acompaño en toda su ruta por la playa arenosa, leves murmullos de sombras engañosas creadas por la luna, que no deseaba esconderse, pero muerta estaba.
El sendero ya era una corta recta, el sol resplandecía y no hablaba, sin sombras ni sirenas al rededor.
Vuelto a la realidad. Devuelto a casa. Envuelto en la cama.

No hay comentarios:

Publicar un comentario