28 nov 2009

Situacion 1: Alcohol.

Bien, entonces. Prefiero recargar el vaso antes de pensar. Es ilegal, es una camara oculta, pero solo un poco no ha de dañar.
“Vieja estupida, no me saques la botella. Es mia y solo mia, tu al geriatrico, yo al limbo. Vieja estupida”.
Nada importa si el malbec reposa sobre la lengua, espera en el vaso, llenando la habitación con aromas a ciruelas y rosas, espermatozoides y humedad.
Por lo tal, empezó el viaje desconocido hacia tres serenatas. Como aquellos mariachis locos que bailan de a nueve, y se compran sombreros grandes para colocar vasos pequeños de mezcal. Masajear mezcal. Pero no son mexicanas, son vivientes, un concepto completamente distinto a la vez que cante covers de Nirvana para una banda de metal evangelista. Y cuando Dios bajo me nombro la cocaína, cortada.
Indico con el dedo, y diferencio el bien del mal, el contramaestre del señor. Otro animal tenía una cadena similar, de colores, con su dueño y la bolsa juntando la mierda, esparcida por el lugar, diarreica, de tal manera que necesito tres bolsas para juntar tanta mierda. Ese, damas y caballeros, es un señor lleno de mierda.

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